Te has dado cuenta ¿Qué es lo que nos mueve como peruanos? Si hablamos de fútbol, dejamos la garganta y el corazón en la cancha. Si hablamos de comida, se nos hincha el pecho y mencionamos cuánto «huarique» conozcamos, porque en Perú se come bien en todos lados. – No, perdón-. No solo se come, se vive una completa experiencia de sabores. Y si hablamos de fiesta… No se diga más… “Sobrino! Saca el cajón! No solo nos ponemos la camiseta, nos hemos tatuado al Perú en nuestro corazón. Somos los embajadores de la marca Perú; los primeros en hablar de sus maravillas, de sus lugares y de sus costumbres; y si alguien se mete con nosotros, nos unimos y lo defendemos con el puño en alto. Es que, fuera de nuestras diferencias y problemáticas, a los peruanos nos une un mismo propósito: Salir adelante, con esfuerzo y lucha, y nos sentimos orgullosos de ello.
De eso se trata el Endobranding, de humanizar la marca empleadora. La marca debe tener una identidad y personalidad bien definida creada en base al propósito de la empresa. – Las personas crean vínculos por lo que son, no por lo que les ofrecen. –
Generar engagement entre la empresa y las personas es un trabajo de largo aliento. Primero hay que conocerse, saber quiénes son y que los motiva; como toda relación la confianza se va ganando de a pocos y para lograrlo se debe ser consecuente con lo que uno dice. La marca empleadora debe ser leal a su propósito y mantener un mismo discurso. Tu cliente interno cree en ti y no puedes decepcionarlo. Ten en cuenta que los logros de la empresa, son los logros del equipo que la conforma.
Enamora a tu cliente interno, haz que se sientan identificados con la empresa, que la sientan cercana y sobre todo humana. Si hay sentimientos, emociones y respeto de por medio, el amor llega solo, e inconscientemente te conviertes en un embajador de la marca empleadora y trabajarás por seguir su mismo propósito, la defenderás y velarás por ella.
En el mundial, cerca de 45 mil peruanos dejaron todo y sin pensarlo dos veces, se fueron a Rusia a alentar a nuestra selección. Renunciaron a sus trabajos, vendieron sus carros, sus tierras e hicieron lo imposible por llegar y gritar “…Y ya lo ve! Somos locales otra vez. ¡Vamos Perú!” Es que la marca no tiene un lugar, la marca se lleva en el corazón.
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